En estas misas, el compositor demuestra su gran talento como creador de melodías espontáneas. Un carácter lírico y cantabile, a la vez íntimo y sensible, impregna su música. Incluso algunos de sus movimientos llevan el calificativo de andante amoroso, que es de suponer tendría que haber sido rechazado en los círculos eclesiásticos de entonces, aunque ello estaba en total concordancia con el estilo reinante en Europa.
La melodía llena totalmente las obras, y cada rebosa de material temático cantabile. Algunos de estos temas aparecen fugazmente y no son posteriormente desarrollados debido a que, por el afán de limitar el protagonismo de la música en el rito, los cabildos españoles solían censurar la repetición de los textos del ordinario de la misa (especialmente en el Gloria y el Credo), Muchos compositores que hubieran necesitado la libertad de repetir y desarrollar temas melódicos, tenían dificultad en encontrar la expresión más escueta y expresiva para ton momento dado, concisión y elocuencia que sí apreciamos en las misas de Carrasquedo, A pesar de ello, resulta frecuente que tantas bellas melodías tengan una vida tan fugaz y las obras parezcan tan cortas fuera de su contexto litúrgico. Quizás en otro lugar, tales melodías hubieran servido para todo un aria o movimiento.
Formalmente son obras concertantes, con el texto dividido entre un solista y el coro, cantan generalmente en alternancia- El solista, junto con los violines, lleva siempre el mayor interés melódico, mientras que el coro da un toque más sobrio y sereno en estilo homofónico, con ocasional uso del contrapunto, La parte del solista, tan influida por la ópera, es rica en adornos y coloraturas y exige un alto grado de virtuosismo.
Hay ritornelli, preludios orquestales y encontramos también las nuevas formas instrumentales del tiempo, como la forma rondó de la sección Et resurrexit de la Misa en Si bemol. La textura armónica es moderna con elementos cromáticos, facilidad y agilidad en la modulación, la repetición de secuencias, equilibrio en el fraseo y un tono lírico y sentimental que nos hace recordar a la escuela napolitana.
A pesar de todo, las Misas son ejemplo de originalidad dentro de los gustos de la época, precisamente por los rasgos que reflejan características de raigambre popular procedentes de la antigua escuela española. Por un lado, la influencia de la música sacra española le hace conservar el sabor de lo antiguo, jugando con valores polifónicos y modales dentro de una obra que es mayormente homófona y tonal. Siguiendo en la tradición de los grandes compositores del Siglo de Oro español, Carrasquedo intenta que su música despierte la sensibilidad religiosa del oyente y permanece fiel en todo momento al texto, iluminándolo con vehemencia. Con un realismo típico de la imaginería española expresa el dolor y pena de los textos de qui tollis peccata mundi y miserere, o la tremenda alegría de los Et resurrexit y Hosanna, para llegar al más sublime recogimiento religioso en los Et incarnatus est y Agnus Dei.
También hay retórica barroca con la representación simbólico-musical de los contenidos textuales (como el pasaje descendit de coelis del Credo de la Misa en La menor, en que todas las voces tienen melodías descendentes, o en el Sanctus de la misma misa, cuando los arpegios ascendentes de los violines indican el cielo de pleni sunt coelis),
Por otro lado, las frecuentes sorpresas armónicas que nos parecen romper con las leyes académicas tienen su origen en la música popular española, El intervalo de segunda aumentada, característica exótica de esa música, aquí se encuentra no SOJO melódicamente, sino también con la yuxtaposición de acordes como Do menor- Re mayor o Re mayor- Mi bemol mayor, en cada instancia confrontando el mi bemol con el fa sostenido. Tal vez la característica más curiosa de la Misa en Si bemol son los saltos bruscos desde las armonías de Fa mayor a Re mayor o desde Re mayor a Si bemol mayor. El primero sorprende por la repentina aparición del fa sostenido y el segundo por la anulación del mismo. Aunque no es ortodoxo el uso de tales pasos armónicos, hay que reconocer que llegan aquí a través de la asimilación del vocabulario musical español.
Otros rasgos de la música española en contraste con los elementos italianizantes son los ornamentos melismáticos de tresillo en los amen de la soprano (Gloria de la Misa en La menor), del tenor terminando Et resurrexit (Misa en Si bemol) y, en la misma Misa, los frecuentes ataques acordales rasgueados cuando la cuerda parece actuar más corno guitarra que como violín. Si incluso se combina tal efecto con el salto característico de Fa mayor a Re mayor, como en gratias agimus tibi (Gloria) o et expecto (Et resurrexit), aunque queda dentro de los límites del estilo y género, tiene algo de ese desgarro, esa bravura tan propia de la música folklórica española. En Carrasquedo confluyen, pues, como una constante en las artes españolas, el lenguaje culto, refinado, fundido con la frescura y la gracia de lo popular.